La Milicia Nacional fue uno de los instrumentos que estableció el liberalismo español para defender el orden constitucional, aunque nunca quedaron muy claras las funciones de este cuerpo. En este artículo daremos algunas claves sobre la misma, protagonista de muchos hechos en el complejo proceso de Revolución Liberal que se dio en España.
La Constitución de 1812 instituyó por vez primera en España la Milicia Nacional. En cada provincia se crearían unas fuerzas, unas milicias, como organización cívico-militar, en función del peso demográfico. El servicio no debía ser continuo como en el Ejército, solamente cuando las circunstancias lo hicieran necesario. El rey podía disponer de las milicias pero siempre con el preceptivo permiso o autorización de las Cortes. En abril de 1814 se aprobó el Reglamento de la Milicia Nacional. Se compondría de un arma de Infantería y otra de Caballería, y mantendría el carácter provincial que estableció el texto constitucional. Los componentes serían hombres entre treinta y cincuenta años, que debían servir ocho años. No podrían pertenecer a la Milicia Nacional los funcionarios públicos, los ordenados in sacris, los miembros de facultades científicas o de humanidades, ni los diputados nacionales y provinciales. También se fijó el número de milicianos: treinta por cada mil quinientos habitantes.
Fernando VII disolvió la Milicia Nacional con el restablecimiento del absolutismo. Volvió a constituirse en 1820 al inicio del Trienio Liberal. En aquel período hay que destacar los hechos en los que fue protagonista la Milicia Nacional el 7 de julio de 1822 frente a la Guardia Real en la Plaza Mayor de Madrid en el conflicto entre liberales y absolutistas. La Milicia Nacional fue abolida cuando se terminó la experiencia de gobierno liberal en 1823 y se volvió a restaurar el absolutismo, inaugurando la Década Ominosa. La inestabilidad siguió siendo la tónica de la historia de la Milicia Nacional cuando el rey Fernando VII falleció. Los liberales progresistas convirtieron la Milicia Nacional en un instrumento político frente a los moderados en la intensa etapa de las Regencias del reinado de Isabel II. Una de los pocos aspectos progresistas de la Constitución de 1837 fue el de volver a instituir la Milicia Nacional. Cuando los moderados se hicieron con el monopolio del poder en la Década Moderada la suprimieron. Reapareció en la constitución no promulgada de 1856 del Bienio Progresista.
Después de la Revolución de 1868 se crearon las Milicias ciudadanas de los Guardias de la Libertad, una transformación de la Milicia Nacional. En 1873, instaurada la República, se convirtieron en los Voluntarios de la República. La Restauración borbónica los transformó, a su vez, en los Voluntarios de la Monarquía Constitucional, pero en realidad, la Milicia Nacional murió definitivamente con este régimen político.