Se entiende por romanización la asimilación de la cultura y formas de vida romanas por parte de los pueblos conquistados. Fue un proceso discontinuo y de resultados desiguales, en función, principalmente, del grado de civilización de los pueblos autóctonos. En el área ibérica, es decir, en el sur y el levante, muy urbanizada y con formas de organización social y política muy avanzadas, fruto del constante contacto con los fenicios y griegos, la romanización fue intensa. Los íberos se insertaron, sin grandes dificultades, en la nueva civilización romana. En el centro-oeste peninsular, en la Meseta, nos encontramos con los pueblos celtíberos. La romanización fue en esta zona mucho más difícil, dado el menor grado de desarrollo y urbanización. Recordemos, que muchos de estos pueblos se resistieron ferozmente a la conquista romana. La zona norte y noroeste peninsulares fueron conquistadas con mucho esfuerzo, especialmente la parte de la Cordillera Cantábrica, con astures y vascones, pueblos que resistieron con tenacidad a las legiones romanas, provocando que el propio Augusto tuviera que presentarse en la zona. En realidad, allí la romanización fue muy leve y casi inexistente.
Los romanos emplearon diversos medios para imponer su civilización en la península Ibérica. En primer lugar, es fundamental el papel de las ciudades. Los romanos aprovecharon la red urbana del sur y del este, transformando sus órganos de gobierno autóctonos por otros dependientes de Roma. En el resto del territorio peninsular se crearon nuevas ciudades, según el modelo romano, para acabar con las formas indígenas de organización económica, social y política.
El papel del ejército fue fundamental en el proceso de romanización. Los romanos reclutaron tropas auxiliares entre los pueblos indígenas, que facilitaron el contacto con los romanos. Los soldados, al licenciarse, obtenían el privilegio de la ciudadanía romana, así como lotes de tierra. Junto con los campamentos militares, se crearon los canabae, o núcleos de población, habitados por mercaderes, soldados licenciados, esposas y familias de los soldados, etc, que con el tiempo se convirtieron en municipios romanos. La difusión de la civilización romana se hizo, en muchos lugares, a través de los campamentos y de los nuevos núcleos de población resultantes. Un ejemplo, sería Legio, León.
El modo de vida de los romanos se extendió, también, a través de la fundación de colonias donde se asentaron los romanos. Eran soldados veteranos que tenían derecho a una tierra por sus años de servicio. El caso más evidente fue el de Emerita Augusta, hoy Mérida, fundada por orden de Augusto para asentar a los veteranos de las guerras cántabras.
Y, por fin, la concesión de la ciudadanía romana a los indígenas fue un medio muy eficaz de romanizar. La obtención del título de ciudadano romano suponía gozar de los derechos y privilegios de un romano. Esta concesión fue usada por los romanos como un medio de imponer su dominación, a través de un proceso progresivo, que se iniciaba con la concesión de dicha ciudadanía a la aristocracia indígena para asegurarse su colaboración.