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Los primeros autores favorables a la Revolución Francesa

Guillotina Revolución FrancesaEn este artículo planteamos la tesis socioeconómica de los siguientes autores: Barnave, Roederer, Madame de Staël y Benjamin Constant, y que pueden ser considerados los primeros que hicieron una interpretación positiva del proceso revolucionario, aunque en su versión moderada. De todos ellos, Barnave fue el autor que mejor definió la idea de una burguesía con poder económico y aspiraciones de poder político que solamente pudo alcanzar con el triunfo de la Revolución. Estos pensadores fueron partidarios del establecimiento de un nuevo sistema político de signo liberal, de acuerdo con los intereses de la burguesía y contra las que consideraron como derivas radicales de la Convención y de los jacobinos; de ahí que califiquemos a los posicionamientos de estos autores como moderados.

Antoine Joseph Barnave (1761-1793), abogado de Grenoble, fue elegido diputado por el Tercer Estado para los Estados Generales de 1789. Se destacó como orador y por su defensa de la libertad, lo que le granjeó una cierta popularidad. En la Asamblea Nacional se decantó hacia la izquierda, siendo uno de los fundadores del club de los jacobinos. Fue elegido presidente de la Asamblea en octubre de 1790. Barnave fue uno de los enviados para que escoltasen a la familia real en su viaje de regreso de Varennes a París. En ese momento, nuestro protagonista comenzó a virar hacia posturas más moderadas, acercándose a los monárquicos constitucionales; apoyó la Constitución de 1791 y mantuvo una estrecha relación con la reina. La suerte de Barnave estará echada en la época del Terror, ya que fue arrestado en agosto de 1792 y guillotinado en noviembre de 1793.

Barnave escribió en la cárcel, Una introducción a la Revolución Francesa, aunque no fue publicada hasta el año 1843. En esta obra se desarrolla su tesis sobre la revolución, la primera que intenta ver el fenómeno desde una perspectiva global, política, económica y social. Barnave encuadra la Revolución Francesa en un contexto internacional y temporal. Para el autor, no habría una Revolución Francesa propiamente dicha, sino una revolución europea con Francia como parte más visible en el proceso de superación del Antiguo Régimen. El estallido de la Revolución tendría, en principio, causas políticas asociadas a la debilidad de la monarquía absoluta y su apoyo en los grupos privilegiados en perjuicio de la burguesía. En estrecha relación con esto, el autor defiende como fundamentales las causas socioeconómicas en la explicación de la Revolución. Francia estaba en crisis económica y financiera, pero, sobre todo, constata el creciente poder económico de la burguesía, gracias a la difusión del comercio y de la industria y su evidente aspiración a hacerse con el poder político. Enfrente estaba la nobleza terrateniente, cuyo poder derivaba de la propiedad de la tierra. Para que se realizase el cambio económico era necesaria la Revolución que derribaría los obstáculos jurídicos e institucionales del progreso. El sistema político tenía que adaptarse a la nueva realidad económica y social, representada por el ascenso de la burguesía. Por eso, Barnave fue un representante de la monarquía constitucional, del liberalismo político y económico, frente al giro radical de la Revolución. Es evidente que esta tesis sobre las causas de la Revolución Francesa tuvo una clara influencia en la historiografía posterior.

Pierre-Louis Roederer (1754-1835) fue un ilustrado que en 1815 escribió El espíritu de la Revolución de 1789, aunque no sería publicado hasta 1831. La tesis de Roederer no se aleja mucho de la económico-social de Barnave a la hora de explicar las causas de la Revolución. El enriquecimiento convierte a la burguesía en predominante y, por lo tanto, exige un papel destacado en el sistema político. La Revolución sería necesaria por la negativa de los estamentos privilegiados a compartir el poder con la burguesía.

Madame de Staël (1766-1817), hija del ministro Necker y esposa del diplomático sueco Staël, se mostró partidaria de la Revolución, pero huyó de Francia en 1792 y luego se destacó por su oposición a Napoleón. En 1818 se publicaron sus, Consideraciones sobre los principales acontecimientos de la Revolución Francesa. Aparte de valorar la labor de su padre y mostrar su oposición a sus enemigos, Madame de Staël sigue la tesis socioeconómica en relación con el ascenso de la burguesía durante el siglo XVIII y sus aspiraciones de poder político. Al igual que Barnave es contraria al giro radical de la Convención y de los jacobinos, al considerarlo un desvío del espíritu primigenio de la Revolución, pero, a diferencia de este autor, sí plantea ciertas preocupaciones por las clases populares, agobiadas por los impuestos y las cargas aristocráticas.

El escritor Benjamin Constant (1767-1830), tan vinculado con Madame de Staël, comenzó por colaborar con Napoleón, aunque luego terminó por separándose. En su obra De la fuerza del gobierno actual de Francia.. (1796) seguirá las ideas moderadas de Madame Staël. En 1815 publicó, Principios de política aplicables a todos los gobiernos representativos y, posteriormente, Curso de política constitucional (1818-1820). Constant se decantó hacia el establecimiento de una monarquía limitada por un sistema parlamentario bicameral y con un poder ejecutivo en manos de un gobierno, elegido por el monarca, pero responsable ante el parlamento. El monarca solamente tendría la jefatura del estado.

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