OPINIÓN – Nuevo Mirandilla: un nombre que representa avanzar en la memoria democrática
El estadio del Cádiz Club de Fútbol se llama oficialmente Nuevo Mirandilla desde 2021, y es justo que así sea. Mantener el nombre de Ramón de Carranza, una figura emblemática del franquismo y del golpe de Estado de 1936, sería no solo un anacronismo, sino una falta de respeto hacia la memoria democrática y las víctimas de la dictadura en nuestra ciudad y en toda España.
El debate sobre el nombre del estadio no es una cuestión trivial o simplemente sentimental, sino un paso necesario para deshacernos de símbolos que perpetúan un pasado autoritario y que nada tienen que ver con los valores que una sociedad democrática debe defender. Que la Junta de Andalucía haya decidido respetar la Ley de Memoria Histórica y Democrática, aunque sea con la boca pequeña, es una muestra de responsabilidad.
Es cierto que la participación en la consulta pública fue baja, pero eso no puede convertirse en un argumento para paralizar la necesaria actualización de nuestras referencias públicas. Muchas veces, la ausencia de participación se debe a la falta de información o a la apatía que genera la repetición de debates que deberían estar resueltos desde hace tiempo. Lo importante es que el cambio se hizo dentro del marco legal y buscando avanzar hacia una ciudad que no mire hacia atrás con nostalgia de un régimen que oprimió a miles.
Que el gobierno municipal siga defendiendo el nombre de Ramón de Carranza bajo el subterfugio de mantener solo el apellido o cuestione la aplicación de la memoria histórica es una actitud que pone en riesgo el progreso social y la convivencia democrática. Cádiz merece símbolos que unan, no que dividan; que representen el respeto a la diversidad y a los derechos humanos, no a la exaltación de un pasado oscuro.
El Nuevo Mirandilla es más que un estadio; es un espacio que debe representar el presente y el futuro de Cádiz: plural, abierto y democrático. Mantener su nombre es una forma de honrar a quienes lucharon por la libertad y de apostar por una ciudad donde la memoria histórica sea un motor de justicia y no un lastre para el progreso.
No cabe retroceder ni renunciar a este cambio. Cádiz merece avanzar, y el Nuevo Mirandilla es una muestra clara de ese avance.