Ayer sábado finalizó realmente la batalla del Federal, la que comenzó con ese Comité Federal tumultuoso, áspero de gritos y recriminaciones, esa asamblea de dirigentes se supone que cualificados que llegaron a faltarse el respeto. Incluso comentan, dicen, susurran, murmuran que Juan Cornejo llegó a agarrar por las solapas a Pedro Sánchez increpándole con palabras gruesas. Menudo personaje, gris y tenebroso, al que el llorado Alfonso Perales puso el sobrenombre de Juanito Pistolas, por algo sería. Y digo que la batalla no terminó hasta ayer por dos hechos que nos permiten hacer balance, o lo que es lo mismo contar quién ganó y quién perdió. Si es que hubo ganadores y perdedores claro. Sin dar muchos rodeos ni explicaciones ambiguas, el Partido Socialista Obrero Español es el verdadero perdedor de esta batalla y Mariano Rajoy Brey, gallego de Santiago de Compostela, el gran vencedor y con él las fuerzas que le apoyan. Ya saben eso de burguesía, iglesia, ejército y oligarquías varias que diría Marx y que cual papagayos acríticos repiten nuestros izquierdistas contemporáneos, servidor, más viejo pero más leído, prefiere hablar de capitalismo algorítmico, una expresión que en algún lado leí y me gustó. Pero volviendo al tema de la batalla del Federal, algunos pensarán que el gran derrotado es Sánchez el de la triste figura, el secretario general a palos, el dirigente apuñalado, el hombre ingenuo, en fin la persona que creyó poder gobernar desde posiciones diferentes a las del bipartidismo decadente, esto último le habrá gustado mucho al podemerío que sé me lee con la esperanza de que apalee al PSOE gaditano. Sin embargo se equivocan, el gran perdedor es el propio Partido Socialista.
El desgarro interno es tan evidente que sólo un necio, un estúpido engreído que diría la diva chipionera, no se daría cuenta. De una parte unas bases indignadas, gentes acostumbradas a la batalla, curtidas en una militancia complicada y con sus siglas grabadas a fuego en el alma y los sentimientos, un puñado de dirigentes dignos, como los quince diputados del No o algunos alcaldes y poco más. Del otro lado una élite chusca que ha perdido la fineza política y el talento hasta para la conspiración palaciega. Las susanas, los mariojiménez, ese presidente de gestora que más triste y cateto no lo han podido encontrar, la máxima autoridad, el susodicho Juanito Pistolas y gente por el estilo. Una dirección a la que se han sumado traidores de última hora, supervivientes del puchero me lo tengo que asegurar y resentidos varios que en todas partes los hay. Pues este florido grupo de socialistas decidió, reuniendo las pocas neuronas que entre todos poseían, que Pedro Sánchez era el problema y ellos, quintaesencia del movimiento obrero nacional, la solución. Y se equivocan. Pedro Sánchez es el hombre que recogió una piltrafa de partido de manos del más nefasto secretario general que hubo, Rubalcaba, y poco a poco trataba de devolverle la dignidad y las opciones de poder. En tiempos difíciles, con enemigos de muy mala leche e intenciones, con el No es No los militantes, esa sufrida y curtida base, volvieron a sacar pecho como gente de izquierdas y, además, nadie boqueaba de Pablo Iglesias, anulado mediáticamente en esos días. Pero estos lumbreras le dieron la vuelta al calcetín dos veces, para agrandar el problema. Así ahora Rajoy es presidente, Pablo Iglesias el de la coleta el líder de la oposición y hasta un político catalán mediocre, aliado de la derecha nacionalista catalana más reaccionaria, se permite dar lecciones de ética a la bancada socialista. ¡Ole los cojones de la gestora y sus apoyos!. Se equivocaron, el problema son ellos. Gente anquilosada en una visión burocrática de la política, con sus discursos de manual de las Juventudes Socialistas, que no han pisado una fábrica, una oficina, un taller, un curro en su vida. Gente que no sabe dirigir un mensaje a los jóvenes y que, viceversa, no entiende qué quieren los jóvenes. Gente soberbia que se ha acostumbrado a ver el mundo, el país, tras los cristales de los despachos y los coches oficiales. Se equivocaron y se siguen equivocando, nunca mejor dicho eso de que caminan de victoria en victoria hasta la derrota final.
Pero hay esperanza. Cientos, miles de militantes que han levantado la voz para expresar su indignación y rabia, que le han perdido el respeto a sus mediocres dirigentes, que exigen con todo el peso de la ley un congreso extraordinario y volver a elegir mediante sufragio secreto a su Secretario General. Hay esperanza, Pedro Sánchez, en un gesto de dignidad política que le eleva sobre los mediocres, dimitió ante de favorecer con su abstención a la derecha española y toma la mochila para ir agrupación a agrupación construyendo un PSOE renovado en dignidad, ideas y proyecto. Hay esperanza, quince valientes se han resistido a las consignas de la ignominia, pueden por ello mirar a la cara de cualquiera y decir «yo soy socialista». Hay esperanza, el descrédito de los traidores es tal que nadie les hace caso, que la gente les da la espalda, tienen perdida cualquier batalla pública de antemano. La batalla del Federal no ha sido más que la primera de una guerra que iniciaron los y las, sobre todo la, manipuladores del PSOE y su historia. Y la han perdido. Muchos son los socialistas que andan tomando las medidas al Palacio de San Telmo, quieren preparar bien el asalto. Van siendo hora de volver a sentar un socialista de verdad allí.