Resulta aburrido esto de tener que andar un domingo tras otro siguiendo las cuitas, más o menos siempre al borde de la sandez, en las que emplea el tiempo nuestra izquierda local, ese cúmulo de prodigios andantes que nos están llevando triunfalmente hasta un nuevo ayuntamiento de derechas. En fin, que les he pedido permiso a mis editores para escribir de otra cosa. Con cara compungida me han tratado de convencer de lo contrario, pero visto mi empecinamiento se han resignado y tan sólo me ponen una par de condiciones. Primero que nada de tochos de teoría marxista intratables para la gente común y segundo que nada de ridiculizar a la gente desde mi artículo. Dicho lo cual no se me ocurre otra cosa que hablarles a ustedes que del Santoral, así con mayúscula inicial. Ya saben, esa recopilación de santos y santas, que se diría ahora, en la que se nos informa de los méritos que realizaron cada cual para ser incluidos en esa categoría.
Por la edad que tengo, muchas batallas combatidas y casi todas perdidas, recibí una educación nacionalcatólica en pleno mandato de ese general gallego y bajito, de bigotillo ridículo pero que tanto por saco nos dio, y perdonen la expresión pero es que me fastidió casi media vida. Bueno pues de esa educación tengo conocimiento de un buen puñado de gestas imperiales o similares, lo nacional, y por otro lado un conocimiento profundo de la biblia, los evangelios y toda la parafernalia del catolicismo. Ahí es nada, centenares de neuronas ocupadas en sandeces, aunque siempre dan un cierto tono de cultura general. Si le unen unos conocimientos de mitología mediterránea y sesudas lecturas del siglo XVII obtienen el perfil de servidor. Y además también sé quien fue Zinóviev.
Pero me enrollo y no les comento lo del Santoral. Resulta que un Santoral es algo muy curioso, que a medida que uno va leyendo la vida y obras de un santo o santesa, este neologismo en mío, resulta que reconoce a alguien a su alrededor que da el perfil, no siempre la talla. Hay mucho santo obispo o si lo prefieren mucho obispo que acaba como santo. Lo que ocurre es que la gran mayoría lo son entre los siglos III y VIII, más o menos, se ve que fue un período fecundo en virtud y no como ahora que mejor me callo. Pues yo en Cádiz veo a algún obispo que predica desde un púlpito blog e imparte doctrina verdadera, la cual curiosamente coincide con la suya propia. Ahora tiene hasta una orden referida a cierta prenda a la que adoran con cierta rancia nostalgia. En fin, obispo, púlpito, cofradía y fieles, sería la envidia de San Troyano, obispo y santo que les juro que existió.
También existe algún que otro mártir, sendero duro y doloroso que puede llevar a la santidad, en nuestro Cádiz de nuestras entretelas. Hace muy poco un exsecretario general del PSOE, actualmente inactivo, hablaba de su vida actual y opinaba. Opinaba pero no hacía sangre que el hombre lleva muy bien su martirio y ni siquiera mencionó la envergadura del puñal que le clavó su sucesor. Eso se llama amor a la santa madre iglesia, aunque ésta sea más o menos laica. Luego observo un buen número de predicadores, santos que hacen de su vida una entrega a difundir la verdad, sea cual sea, y predican a veces entre paganos, otras entre ovejas descarriadas y las más para los convencidos, que para mi es lo que más mérito tiene porque son más fáciles de aburrir. El obispo del blog que le dije antes sería también predicador pero hay más ejemplos y de más altura. un grupo de cuarentones, década arriba o década abajo, han sacado El Tercer Puente. Se dedican a predicar la buena nueva de la llegada de la nueva política, todo ello con un tono entre irónico para con los de la vieja política y quizás excesivamente condescendiente para con los de la nueva. Bueno, no hablo más de estos predicadores que me tienen dicho de mantener buenas relaciones con los medios digitales emergentes, que eso parece ser que somos.
Los mendicantes son legión en la ciudad, santos que te piden algo, normalmente no para sí, por el contrario para otros y además te convencen de que será muy bueno para la ciudad. Todo un ejercicio de sofística social, el que manda en HORECA es un maestro en esto de la mendicidad como camino de santidad. Y negocio. Ahora bien, lo que yo no veo mucho en la ciudad son los doctores, en el sentido no académico, sino en el de aquellos que nos alumbren con su sabiduría. La verdad es que he repasado nombres, empresas en instituciones y me sale un puñadito bastante escaso. La lista que me sale inmensa es la de los legos. Podríase decir que los legos son legión. Que tengan feliz domingo.