El Convenio de Vergara fue el acuerdo por el que terminaría la Primera Guerra Carlista en el Norte, ya que en el Maestrazgo el general Cabrera continuó la lucha durante algún tiempo más. Intentemos estudiar cómo se fraguó y que disponía.
La victoria de Espartero en Luchana generó un fuerte conflicto en el seno de la causa carlista, especialmente en el Ejército del Norte, azuzado por el propio general Espartero, empleando el método de las conspiraciones, y ofreciendo condiciones ventajosas a quienes abandonaran la lucha, aceptasen a Isabel II y el nuevo régimen liberal. La combinación de todos estos factores hizo mella en el propio general en jefe carlista, Rafael Maroto, y en muchos de los oficiales guipuzcoanos y vizcaínos. Maroto estaba convencido del final próximo de la guerra y que era inútil seguir combatiendo. Así pues, dio un verdadero golpe de mano, forzando a dimitir a los ministros contrarios a la paz, los denominados “apostólicos”, que dominaban el gobierno carlista, y fusilando a cinco generales que se le opusieron. Comenzaron, pues, las negociaciones entre las dos partes.
Espartero y Maroto acordaron la paz el 29 de julio de 1839 en Oñate. Dos días después se firmaba el Convenio en Vergara, junto con un abrazo entre ambos. Existen algunos grabados sobre este hecho, y un curioso cuadro de Bernardo López en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid donde tanto Maroto y Espartero miran al espectador con gesto muy serio y se dan la mano, estando el primero sentado y de pie el segundo. Pero el pretendiente don Carlos desaprobó este acuerdo, y tampoco lo aceptaron los carlistas alaveses y navarros.
El Convenio no es un acuerdo muy largo. Contiene diez artículos, en los que Espartero prometía, no sin una calculada ambigüedad, recomendar al gobierno que se propusieran a las Cortes la concesión o modificación de los fueros. Espartero seguía con su estrategia de dividir al enemigo. Porque con esa promesa buscaba quitarle al pretendiente el apoyo de los defensores de los fueros vascos. Por otro lado, Espartero se comprometía a que se reconociesen los grados de los militares del Ejército comandado por Maroto, así como su incorporación al Ejército, o un retiro digno. Este compromiso se extendería a todos aquellos militares que aceptasen el Convenio. También prometía que procuraría que las Cortes se ocupasen de las viudas y huérfanos de guerra del bando carlista. A cambio de estas promesas, los carlistas debían entregar las armas.
Una Ley confirmaría los fueros vacos sin perjuicio de la unidad de España. Pero para los liberales era impensable que hubiera aduanas interiores y fueron suprimidas. Se terminó por imponer un sistema económico propio, conocido como el de los conciertos económicos.
Pero la guerra continuó en Cataluña y Aragón. Para una parte importante del carlismo más que abrazo o convenio lo que se firmó era conocida como la “Traición de Vergara”. La contienda duró hasta la derrota de Morella en 1840 de las tropas del “tigre del Maestrazgo”, el general Cabrera.