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Al poder por la manipulación.

Por Rosa Freyre Jun 14, 2016 #opinión #Rosa Freyre

Rosa Fryre articulistaEl 30 de octubre de 1938, Orson Welles, con la colaboración de la CBS, llevaron a cabo la emisión de un programa de radio, consistente en la adaptación de la novela «La guerra de los mundos», de H.G. Wells.

Lo singular de esta adaptación es que lo fue a modo de noticiario, en el que se retransmitía en tiempo real, en un total de 59 minutos, cómo nuestro planeta Tierra asistía a una caída masiva de meteoritos y a una posterior invasión por parte de naves marcianas.

La emisión comenzaba con las siguientes palabras: «Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Universidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7:45P.M. y las 9:20P.M»

Previamente, en una pequeña intervención se precisaba que lo que iban a escuchar era una dramatización de la obra de H.G. Welles.

No obstante, fueron muchas las personas que se incorporaron a la retransmisión cuando ésta ya estaba avanzada y que pudieron escuchar que la Tierra era el objetivo de una invasión marciana.

Todo ello generó un pánico total en las calles de Nueva York y Nueva Jersey, en tanto las comisarias de policía y las diferentes redacciones de noticiarios estaban colapsadas; asimismo, las personas desesperadas intentaban escapar de los ataques con gas de los supuestos marcianos.

Esta histeria colectiva vino a demostrar el poder que los medios de comunicación tienen sobre las personas y su forma de actuar, y este poder, con el tiempo no ha hecho  mas que incrementarse.

Gracias a las nuevas tecnologías que nos permiten acceder a información de cualquier naturaleza, en segundos, sobre cualquier hecho, vivimos en un mundo en el que una noticia tergiversada, unas palabras mal dirigidas puede conducirnos al caos.

Y me viene a la mente, en estos días que estamos en plena campaña electoral, por segunda vez, los métodos y formas con que la clase política se vale para atraer al potencial electorado.

Fundamentalmente, en las intervenciones en espacios al aire libre, las diferentes fuerzas políticas, animadas por una enfervorecida militancia, prometen mucho de lo que no van a cumplir, y lo saben, arremeten contra las otras opciones, llegando a utilizar términos que rozan la ofensa y la descalificación más absoluta. Otras veces, llevan a cabo citas, en las que se mencionan posiciones políticas, avaladas por determinados pensadores, que son referentes históricos de ciertos movimientos,  que son atraídos a su terreno, en tanto en cuanto quien escucha el discurso no se plantea si efectivamente, cuanto le están «contando» es sencillamente eso, un «cuento».

Es tal la ignorancia de las gentes de este país, que durante décadas no se ha decidido por informarse, culturizarse en terminología política, -para lo cual el poder ha contribuido de forma fehaciente-, que si bien cambia el discurso, en aquéllos que consideran sus líderes, sus adeptos solo atienden a las promesas que les ofrece la posibilidad de vivir en «el mejor de los mundos posibles».

Y es mas que probable que, en política nacional, el preceptor  «Pangloss», aquél que aconsejaba al inocente Cándido, de Voltaire,  se haya convertido en el manipulador de mentes que actúa atrayendo y conformando la voluntad de todo aquél que aún cree que al poder se llega por la senda de la verdad, palabra ésta que carece de validez en tal ámbito, y que lo único que pretende es una papeleta, un voto en el que figuren sus siglas. De lo demás, se ocuparán ellos.

Palabras del preceptor «Pangloss»:

«….Está demostrado, decía, que las cosas no pueden ser de otro modo; porque, estando hecho todo para un fin, todo está hecho necesariamente para el mejor fin…..Por consiguiente, quienes han enunciado que todo está bien, han dicho una tontería; había que decir que todo está lo mejor posible….»

(Cándido o el Optimismo-Voltaire).

 

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