Hace unos días una amiga me inquiría respuesta sobre si, visto lo visto, había dejado de creer en la política. En fin, supongo que cuando te hacen una pregunta así es porque el interlocutor comprende o entiende que ya no formas parte activa de la propia política o que la experiencia de todos los años dedicados a ella me hacían un nuevo “agnóstico” de esta actividad.
El Empirismo, sobre todo el desarrollado en la Edad Media inglesa, se expresa en que todo conocimiento parte de la experiencia, Ockham nos puede servir de guía, y después gente como Bacon, Locke…Así, efectivamente, la experiencia sirve para ir consolidando conocimiento, cristalizarlo, refutarlo, todo muy científico. No obstante, creo yo, lo que se me preguntaba tiene visos de ser contestado de manera mucho más enrevesada que lo que precisamente La Navaja de Ockham postulaba: si algo tiene más de una posible explicación, escoge la más sencilla que seguramente acertarás. Eso es más o menos –de manera muy simplista- el enunciado del Principio de Parsimonia o la famosa Navaja del Franciscano inglés. Por eso, permítanme, aunque de manera somera, contestar a la pregunta de mi amiga extendiéndome un poco más y utilizando algunas figuras estilísticas que aseguren su comprensión.
¿Que si creo en la Política? Ayer me puse en la televisión la que creo que fue la primera película de Amenabar “Tesis”, reconozco que aún pasados los años me sigue pareciendo una pequeña obra de culto del cine español. Con pocos medios, un buen guión y actores y actrices comprometidos consiguió una película muy buena. También ví ayer “El Apartamento” con mi adorada Shirley McLaine y Jack Lemmon. Esta película es para mí la mejor de todos los tiempos, y aunque la habré visto cuarenta o cincuenta veces sigo encontrando emoción suficiente para no dejar de verla de vez en cuanto.
Las historias de estas dos películas, como es obvio, no tienen nada que ver: un thriller y una comedia romántica…pero es cine, y dos guionistas un buen día se pusieron a escribir unos textos que terminarían rodándose y fijado en el celuloide para deleite nuestro. Hay quienes no pueden ni soportar ver “Tesis” –mis hijas por ejemplo-, y hay quienes no ven nada especial en “El Apartamento”. Es cine y para gustos los colores. Pero el cine existe, está ahí, son historias inventadas aunque se puedan basar en hechos reales, tú crees en la película pero delante de esos actores hay un director, el que maneja el sonido, los cámaras…un buen puñado de gente. Pero el cine existe, la magia del cine nos procura la ilusión de involucrarnos emocionalmente en la trama, aunque racionalmente sepamos que es eso, pura ilusión.
Pues la política existe ¡como no voy a creer en la política! La política puede ser buena o mala, puede gustar o no gustar, sus personajes, principales o secundarios, de primera fila o simples extras, existen están ahí, y además, les guste o no, toman decisiones que afectan a nuestras vidas. Las películas existen pero lo que te cuentan es una mentira. ¡Imagínate la de grandes actores y actrices que hay en la política!
Creo en la política. Posiblemente mi amiga quería hacerme otra u otras preguntas.
¿Te está decepcionando la política? ¿Te gusta la política? ¿Estas harto de los políticos? Y así se me pueden ocurrir muchas otras preguntas que seguramente eran la verdadera intención. Pero amigos y amigas, la política existe y al igual que el cine tiene películas muy buenas, malas y regulares. Buenos actores, guiones extraordinarios, pésimos directores…pero existe, y más nos vale tomar en conciencia esta realidad de la experiencia, porque de igual manera que todos sabemos que mañana volverá a amanecer, mañana seguirán desde muchos sitios haciendo política, y la harán mucha gente: políticos profesionales, vocacionales, buenos, malos…así que aceptemos que, dándolo por supuesto, la política existe y hay que creer en ella, no nos abandonemos en el pensamiento más simple de que la política de ahora es un excremento, o que los políticos de ahora no están a la altura. Todos hacemos política y todos los días y por supuesto también sabemos bajo esa premisa de que todos los políticos, éstos tan mediáticos o los que no lo son tanto, influyen en nuestras vidas, por consiguiente, intentemos, aunque no nos gusten, no perderlos de vista no vaya a ser que nos hagan la puñeta.