Según una revisión científica de 13 expertos de EEUU, que también constata que los hijos de madres que no consumen pescado azul tienen casi tres veces más riesgo de hiperactividad
Los niños de madres que consumen productos pesqueros en el embarazo registran un aumento promedio de 7,7 puntos de Cociente Intelectual (CI) en comparación con los nacidos de madres que no ingirieron este alimento durante la gestación. Esta es una de las conclusiones de una revisión científica llevada a cabo por 13 científicos de EEUU expertos en grasas dietéticas, que pone de relieve los enormes beneficios del consumo de pescado y marisco en el desarrollo cerebral de niños y adolescentes.
Otro de los descubrimientos de la revisión, que evalúa 44 estudios en los que han participado 102.944 parejas de madres e hijos, y 25.031 niños, destaca que 24 de estos estudios constatan que el consumo de productos pesqueros por parte de las madres gestantes se asocia con resultados beneficiosos de carácter neurocognitivo en algunas o todas las pruebas realizadas a sus hijos. Los resultados positivos, que se registran en pruebas realizadas de forma tan temprana como los tres días de edad y hasta los 17 años, se traducen en mejoras del CI de entre 5,6 y 9,5 puntos.
Además del incremento del CI, los mejores resultados neurocognitivos incluyen el desarrollo de habilidades verbales, visuales y motoras, el resultado escolar y, en el caso concreto de cuatro pruebas, los diagnósticos de hiperactividad y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Así, se constata que los hijos de madres que no consumen pescado azul tienen casi tres veces más riesgo de hiperactividad.
Los productos pesqueros contienen proteínas, vitaminas B-6, B-12 y D, y ácidos grasos omega 3 que, en su conjunto, contribuyen a estos resultados. Por otro lado, los beneficios del consumo de productos pesqueros en el desarrollo neurocognitivo se aprecian a partir de las cantidades más bajas de pescado consumidas durante la gestación (una ración o alrededor de 110 gramos a la semana), mientras que otros estudios analizan consumos cercanos a los 3 Kg a la semana. En ninguna de las 44 publicaciones se registran efectos adversos de carácter neurocognitivo asociados al consumo de pescado y marisco, lo que indica que puede no existir un límite a los beneficios del consumo de productos pesqueros en el desarrollo del cerebro.
El artículo, publicado en la revista PLEFA (Prostaglandinas, leoucotrienos y ácidos grasos esenciales) de la editorial científica Elsevier bajo el título “Relaciones entre consumo de productos pesqueros durante el embarazo y la infancia y el desarrollo cognitivo: dos revisiones sistemáticas”, revisa 44 estudios científicos divulgados desde 2000 y que muestran la importancia de consumir productos pesqueros por parte de las madres para contribuir al desarrollo cerebral de sus bebés, así como la necesidad de que los niños incluyan más pescado y marisco en su alimentación.
Los 13 científicos que han trabajado en esta revisión forman un equipo técnico experto para responder a dos cuestiones planteadas por el Comité Asesor de Pautas Alimentarias 2020 (DGAC) de Estados Unidos y en el análisis de los estudios han utilizado la Revisión Sistemática de Evidencia Nutricional del Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), siguiendo el proceso de revisión prescrito por la DGAC.
Según el Doctor J. Thomas Brenna, autor del artículo y miembro del Comité Asesor de Pautas Alimentarias 2015-2020, “el riesgo se encuentra en no comer suficiente pescado, los beneficios son sustanciales para el desarrollo del cerebro del bebé, de los ojos y del sistema nervioso en general”.
Según Javier Garat, secretario general de Cepesca y presidente de Europêche, “esta nueva revisión científica confirma los positivos resultados de multitud de estudios previos que demuestran los enormes beneficios del consumo de pescado en el desarrollo del sistema neurocognitivo”. “Los pescados azules”, añade Garat, “son una fuente importante de ácidos grasos omega 3 y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) establece una ingesta adecuada de 250 mg al día, lo que corresponde a una ingesta de entre dos y cuatro raciones por semana”.