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Jue. Mar 28th, 2024

Entrevista al periodista Carlos Bustos: “Creo que el exorcismo fue una «performance», que nos engañaron, pero no las tengo todas conmigo”

Carlos Bustos en su estudio

En los estudios Manuel Carballal, desde donde cada jueves se emite el exitoso podcast El centinela del misterio, producido por Metropolitan Radio, charlamos con el periodista madrileño Carlos Bustos (autor además de la novela negra Sobre puntas), que se ha convertido en los últimos años en uno de los nombres imprescindibles de la divulgación de anomalías. El centinela del misterio, que alcanza los 158 mil suscriptores en iVoox, y que Bustos presenta con un carisma que lo ha hecho popular entre los aficionados a estos temas, se sitúa a menudo en los primeros puestos del ranking de esta plataforma. Con más de 300 programas colgados, algunos imprescindibles, y un plantel de colaboradores envidiable (Manu Carballal, David Cuevas, Juan José Sánchez-Oro, Paco Álvarez o su mano derecha, Davinia), Carlos Bustos siempre repite que algún día colgará las botas, pero, sea como sea, El centinela del misterio ya ha hecho historia dentro del periodismo de misterios… o no.

Llevas muchos años en el periodismo y haciendo radio. ¿Por qué te da por crear un programa de misterio a ti precisamente con lo descreído que eres con estos temas?

Deja que te haga una acotación. Es verdad que llevo muchos años en periodismo, pero terminé la carrera y empecé a hacer mi programa musical, Los 30 éxitos, más un fracaso, y luego hubo un paréntesis de casi veinte años sin ejercer de periodista. Después de este parón volvimos a Los 30 éxitos, más un fracaso, pero mi maestro y mentor en el mundo de la música, Juan Francisco Portillo Sánchez, más conocido como Juan Maltés, un afamado disyóquei de muchísimos espacios, me preguntó que si yo iba a poder hacer un programa musical con 45 años porque yo ya no era la misma persona de hacía veinte. Él no lo veía, porque las listas de éxitos las debían hacer jovencitos. Me dijo que yo estaba desfasado. Me puso a caldo, vaya. Y le dije que llevaba razón y, por una casualidad bien grande, salió el tema de hablar de misterios, crónica negra con El centinela del misterio.

¿Surgió con alguien en concreto?

Sí, con una amiga: Blanca Martín, la directora de la revista Mundo misterioso. Ella me sugirió la idea de hacer un programa de misterio, y a mí me encantan los temas de misterio. Fui fan absoluto de don Fernando Jiménez del Oso y soy fan de Iker Jiménez por encima de todo. Yo esas noches de Milenio 3, en la cadena SER, nos las cambio por nada.

¿Sigues siendo fan de Iker Jiménez?

Sí, sigo siéndolo.

¿Ves sus programas?

Me gusta más la radio. Soy de radio, y eso lo sabes tú. Si hay que ver televisión se ve, pero depende de los temas. Imagino que a los oyentes de El centinela del misterio les pasará lo mismo. Un día ven en el avance de nuestro podcast que la temática tiene que ver con, no sé, niños superdotados, y lo mismo no les llama la atención, y ven otro con temas de fantasmas o manicomios terroríficos, y les gusta más. Me encanta su Cuarto Milenio y, cuando los temas me interesan, lo veo seguro.

¿Has visto alguna vez un programa de Iker que te haya dado ideas para uno de El centinela del misterio?

Por supuesto que sí. Ahora que está la picaresca de decir “joder, es que hace tres días ha hablado El colegio invisible de manicomios y qué casualidad que quince días después lo trata Bustos en El centinela del misterio”… Bueno, pero también ha ocurrido al revés. También Bustos ha tratado el aceite de Colza y luego Iker lo ha tratado cuando en su vida lo había tocado. Estos son casualidades, pero fíjate lo que te voy a decir: probablemente, uno de los casos tratados por Iker que más me impactó fue el del incendio del Hotel Corona de Aragón, y yo para el mío bebí de esa fuente, aunque es verdad que luego capté a profesionales de la categoría de Ángel Briongos, que conoce muy bien lo que sucedió en el hotel, y me informé, por ejemplo, en el archivo del ayuntamiento de Zaragoza…

O sea, intentas completar y no contar lo mismo.

Por supuesto, pero yo me inspiré en ese grandísimo programa de Iker Jiménez en Milenio 3. De hecho, en mi programa sobre el Corona de Aragón, tanto el de la televisión como el de la radio, utilizo un archivo sonoro de la cadena SER y lo digo, por supuesto. Otro programa de Milenio 3 que me impactó fue el de los fenómenos paranormales del restaurante Viandas, de Sevilla, que hizo en directo desde allí.

¿Habéis tratado ese tema en El centinela del misterio?

Sí, alguna vez, pero por encima. El restaurante Viandas tiene un monográfico, pero es que el oyente de El centinela del misterio está acostumbrado a programas de dos horas o dos horas y media como poco.

¿Por qué crees que tiene tanto éxito El centinela del misterio?

Por cómo has empezado la conversación. Me preguntabas que cómo siendo yo escéptico me dio por cogerle el testigo a Blanca Martín y hacer un programa de misterio. Por cierto, decido que se llame así por una razón: un centinela tal vez es un vigía, un testigo, un notario de la actualidad… Bien, de cuando empecé en RNE guardo muy buenos amigos y hay una persona a la que suelo pedirle consejo en ciertos temas. Le dije que tenía la idea de hacer un programa sobre temas paranormales, pero que había un problema: que yo no creía en estas cosas. Le pregunté que si pensaba que yo iba a hacerlo bien, que si no iba a hacer el ridículo… ¿Cómo se digería que un escéptico presentara un programa de misterio? Esta persona me dijo que ese precisamente iba a ser mi éxito, porque estábamos acostumbrados a que las cosas se contaran y nadie pusiera en duda nada. Me dijo que si hacía un programa donde no tirara por tierra a nadie, pero donde sacara argumentos, con fraudes demostrados, tendría éxito. Si no, sería uno más. Le hice caso y no nos ha ido mal por ahora.

¿En qué momento te empiezas a dar cuenta de que el podcast tiene un éxito relevante?

El primer programa, desde luego, lo tengo para olvidar, pero, aún teniendo para mí muchísimas carencias, conseguimos más escuchas que muchos otros podcasts en sus octavos o décimos programas. Si estos a duras penas llegaban a mil escuchas, ya nosotros en ese primer programa alcanzamos dos mil y pico. Y llegamos al tercer o al cuarto programa, precisamente el del Corona de Aragón, y las escuchas se dispararon a las cinco mil, ocho mil o diez mil. Al poco tiempo nos trajimos a Juan Rada para hablar del Niño de Somosierra y nos disparamos a las catorce mil escuchas. A los tres meses me di cuenta de que, a pesar de que teníamos un montón de defectos y cosas que mejorar, estábamos en la línea correcta. Y justo es a los tres meses cuando me entró una crisis de identidad periodística y decidí abandonar el programa. Entonces,Blanca Martín, David Castillo, Mercedes Valdeón y Diego Ayala, mis compañeros, me convencieron de que siguiera haciendo El centinela del misterio.

¿Qué sucedió para que quisieses abandonar?

Lo he contado en mis programas… Es sobre una sesión, una experiencia que tuve…

Yo no te la he escuchado, porque normalmente te oigo decir que no la vas a contar.

Sí, hay un programa, el diez creo, donde lo cuento. Bueno, tengo un compañero, un amigo, que se llama Diego Ayala, y hace unos años me consiguió en la Quinta Avenida de Nueva York, pegando ya al Washington Square Park, ser testigo presencial de un exorcismo. Yo al principio no es que me lo tomara a cachondeo, porque no me tomo a cachondeo mi trabajo, y menos aún la fe y las creencias de los demás, pero sí me lo tomé como una experiencia más e iba crecidito para descubrir la superchería y la farsa.

El exorcismo se realizaba en una iglesia, o capilla, no sabría cómo llamarlo, pero que iba asociada a una especie de asilo de niños abandonados. Aquello costó dinero, una especie de donación que se llama “aportación de hombres buenos”, y me llamó la atención que una de las condiciones para entrar al exorcismo era dejar un número de tarjeta de crédito porque, en caso de que yo grabara lo que allí estaba ocurriendo, me penalizarían con la módica cantidad de 6.000 dólares. Bien, evidentemente dimos la tarjeta de crédito, pero, claro, si yo iba ya predispuesto a descubrir la superchería, imagínate cuando te hablan de dinero… Pues todavía más.

¿Y qué sucedió?

Esto fue muy cerca de Acción de Gracias, y en esta fecha, en Nueva York, hace un frío horroroso. Bueno, entramos al sitio y nos hicieron un registro prácticamente obsceno. Nos quitaron el móvil. Era una sala grande, de unos doscientos metros cuadrados, con una chimenea tipo francesa y al fondo había una cama, sobre una tarima, a la que no se podía acceder porque estaba delimitada por catenarias. Me llamó también la atención el calor que hacía por los radiadores que tenían en la parte alta de la sala, rozando el techo. Repito: tanto Diego como yo íbamos a descubrir la farsa. De pronto empezó…

¿Erais muchos en la sesión?

No, seis personas. Había dos guardias de seguridad y de público dos mujeres y cuatro hombres. Bueno, pues llegó una niña como dormida… No sé si drogada… Era una niña con un color de piel precioso, muy moreno, no sé si mulata. Era muy guapa. Me llamó la atención la presencia de la madre. Aparecieron dos sacerdotes, uno con sotana y otro con una especie de estola morada que me recordaba mucho al padre Merrin de El exorcista. De un maletín comenzaron a sacar utensilios: la cruz, la Biblia..

¿Hasta ese momento cuál era tu pensamiento sobre lo que estabas viendo?

Pues que íbamos a ver una representación digna de Steven Spielberg. Bueno, te voy a resumir porque si no hacemos un podcast aquí… Empezó el exorcismo, mitad en latín y mitad en inglés, como si fuera una traducción simultánea. Me llamó poderosísimamente la atención que comenzó a bajar la temperatura y a los ocho o doce minutos ya se veía el vaho salir de las bocas. Hacía muchísimo frío. No me podía creer cómo en tan poco tiempo habíamos pasado de un calor horroroso a ese frío tremendo. Toqué los radiadores y estaban ardiendo. Miré al techo para buscar algún tipo de rosetón, o de rejillas de climatización por donde nos estuvieran metiendo aire frío, pero, de haberlas habido, no hubiera dado tiempo a enfriar tan rápido. De pronto, empezó a oler mal. La niña comenzó a ponerse pálida por completo y le salieron llagas en la boca. Era preciosa, aparentemente sana, y no vi a nadie que entrara a maquillarla…

¿Estabais cerca de ella?

A unos tres metros… Se hizo pis encima y sudaba muchísimo. Se le clareaba todo. No vi que estuvieran mojándola de alguna manera. No vi ningún tipo de efecto especial. ¿Cómo le estaban saliendo esas costras en la boca? Hubo un momento en el que se vio cómo su tobillo se giraba hacia atrás, como una auténtica contorsionista, y oí el crujido del hueso que me llegó al corazón. Vomitó, y el olor era horroroso. A todo esto, los dos sacerdotes seguían con su parafernalia. Con el vómito me dije que me tenía que ir de allí, pero cuando no pude más fue cuando a la chica le comenzó a brotar sangre del pezón de una manera notable. Se le veía perfectamente y no vi ninguna prótesis ni nada. No sé si era la sugestión o el miedo que se me estaba metiendo en el cuerpo… Ese fue el momento en el que me espanté de tal manera que salí corriendo. Los de seguridad trataron de pararme, pero no lo consiguieron. Después me enteré de que lo que había hecho era una temeridad absoluta, porque, por lo visto, si en medio de una sesión de exorcismo abandonas, se corre el riesgo de que el exorcismo no se haya realizado por completo y la persona que abandona se lleve parte de ese espíritu supuestamente maligno. Eran dos sesiones, y evidentemente nos echaron, porque Diego se vino conmigo a los diez minutos de salir yo y me dijo que habían suspendido la sesión por mi comportamiento. Pero es que estuve a punto de desmayarme.

¿Pensaste entonces que aquello era real?

Salí de allí pensando que aquello había sido un exorcismo real. Recuerdo que llegamos a Nueva York un lunes, esto fue el martes y nos volvíamos el viernes. Diego y yo no volvimos a hablar del tema. Han pasado casi siete años y nunca hemos vuelto a hablar del tema. Hasta tal el punto me marcó que en el viaje de vuelta a España ideé un programa de música, Una tú y otra yo, porque estaba dispuesto a ceder los trastos de El centinela del misterio a otro compañero.

Tú entonces no querías contar esto en el programa, ¿no?

Ni quería contarlo ni quería seguir con el programa. Pensé que había jugado con fuego. Quería apartarme por completo de todos estos temas e incluso no quería saber nada de mi película favorita, El exorcista, cuyo tema “Tubular Bells” es la sintonía de El centinela del misterio. Durante todo ese noviembre no se hizo un solo “Centinela”, tampoco en diciembre, y volvimos en enero porque me convencieron todos. Hicimos un programa dedicado a ello y conté esto muchísimo más detallado que aquí. Lo conté, me liberé y hoy ya pienso otra cosa. Durante el primer mes para mí aquello fue real, a los tres meses pensaba que algo habría, pero después fui informándome y conociendo a más gente del mundo del misterio, como Sánchez-Oro, Manu Carballal… Al final, después de conocer casos parecidos, llegué a la conclusión de que no había sido real. Fue un truco maravilloso, muy bien hecho, pero un truco.

¿No volverías a vivir una experiencia así aún pensando ya que fue mentira?

No, porque a día de hoy me sigue costando contarlo y recordarlo. La sensación fue tan dura que llegué a pensar que era cierto y lo pasé muy mal, así que no me apetece rememorar. No me apetece que me vuelvan a entrar las dudas, porque, te voy a decir una cosa, todavía albergo ciertas dudas… Creo que fue una “performance”, que nos engañaron, pero no las tengo todas conmigo todavía.

¿Cuál es el mayor fraude de mundo del misterio?

UMMO y las Caras de Bélmez… Aunque también el gnomo de Girona y las cucharas de Uri Geller son otro fraude.

Hace poco me contaba Manu Carballal en una entrevista para este medio que él vio cómo Uri Geller doblaba unas cucharas de acero y que él, sabiendo cómo se hace el truco, no podía comprender cómo lo había hecho en ese caso.

Admiro, quiero y respeto a Manu. De hecho, los estudios de mi emisora llevan su nombre. Yo he visto aquí cómo Carballal ha movido sin torcarlos objetos que estaban dentro de una urna y sin preparar nada porque fue un asalto que le hice. Metió los objetos en un bote de plástico de galletas y los movió. Con lo cual que no me cuente Manu Carballal historias, porque si él es capaz de hacer esa ilusión, pues, hombre, ya puede ser la cuchara de lo que tú quieras, pero eso es una ilusión óptica. Respeto las dudas de Carballal, pero si él, sin ser David Copperfiel, fue capaz de hacer eso, permíteme que dude de lo de Uri Geller.

¿No te vas a traer al programa a Jordán Moreno, el hijo de Jordán Peña, que ha vuelto a poner en el candelero salsero-mediático el tema de UMMO?

Yo encantado. Ojalá. Otra cosa es que él quiera venir.

David Cuevas por un lado, y Jesús Ortega y Juanjo Sánchez-Oro, por otro, lo han entrevistado largamente.

Sí, pero David Cuevas y Sánchez-Oro son muy buenas personas. Mi entrevista iría por otros derroteros. No le faltaría nunca a la educación, porque en 350 programas no recuerdo, y si lo he hecho pido perdón, que le haya faltado a nadie al respeto, pero a esa entrevista me enfrentaría de otra manera. No iba a ser ni la mitad de condescendiente que es Sánchez-Oro por su educación, buenismo y lo políticamente correcto que puede ser a veces. Yo sería más mordaz y agresivo, pero sin llegar a perder la educación. Por eso hago un llamamiento a Jordán Junior, como yo le llamo, que lo mismo hasta la sienta mal, no sé, porque no es peyorativo, para decirle que aquí tiene su casa.

¿Lo has pasado mal con algún invitado?

Sí, muchas veces. En dos sentidos. He estado a punto de levantarme y mandar a la mierda al invitado y al colaborador. De hecho, una vez me levanté y dije “hasta aquí hemos llegado, este programa es una puta mierda y no lo voy a continuar”. Al final, Pablo Moreira, que estaba en el programa, fue quien me apaciguó. ¡Pablo Moreira, el más políticamente incorrecto! Y también lo he pasado mal oyendo lo testimonios muy duros de algunas personas hasta el punto de tener problemas para contener las lágrimas.

¿No me vas a decir quién era la persona por la que te levantaste?

No, no, por respeto. En el fondo, tres o cuatro años después de que sucediese esto guardo un gran cariño a esa persona.

¿Hay alguien a quien te gustaría entrevistar?

A J.J. Benítez.

¿Lo has intentado?

No, y menos desde aquel día que Manuel Carballal dijo, aquí en El centinela del misterio, “Iker Marciánez y J.J. Platillez”, y desde que Cristian Puig dijera aquí también que él no necesitaba mentir en sus libros para llenar el estómago, en clara alusión a J.J. Benítez. Creo que Benítez no aceptaría venir, pero lo voy a intentar. También me gustaría entrevistar a Iker Jiménez.

¿Tampoco lo has intentado?

No. Davinia sí lo está intentando con Carmen Porter.

¿Hasta dónde quieres llegar con El centinela del misterio?

Joder, si es que… ¿Sabes qué pasa? Me considero una persona ambiciosa, inconformista, perfeccionista, y esto no siempre es una virtud. Hay una frase de una canción de un amigo al que admiro, Marco Antonio Solís, que dice “de tanto luchar sin lograr se han cansado mis pies”. Vale. Hemos logrado, por Dios. ¡Con los medios con los que empezamos y hasta dónde hemos llegado! Estamos en iVoox por encima de grandes producciones como El colegio invisible, a veces de hasta Espacio en blanco… Hemos pasado al gran Santiago Vázquez. Solemos estar el tres o el cuatro en el ranking de los podcasts de misterio. No nos menospreciemos. No abanderemos la falsa modestia, que eso queda muy feo, pero es que me da la sensación de que hemos tocado techo. De que se acabó. Veo que Iker Jiménez y Santiago Camacho son inalcanzables, y creo que por mucho que hagamos va a ser complicado pasarlos. Me ilusiono con otros proyectos, como el programa de televisión, que va a ser maravilloso. Tengo ofertas, nuevos retos, y la gente dice que El centinela del misterio es genial, pero creo que vamos a quedarnos en ese lugar porque siempre vamos a tener a otros por encima.

Y te gustaría llegar un poquito más arriba.

Sí, y, como se dice a nivel futbolístico, también me gustaría colgar las botas. No tirarme aquí hasta los 70 años intentado llegar al número uno.

Para tranquilizar a los oyentes de El centinela del misterio. ¿Hay aún para rato?

Sí, sí, y cuando yo me vea más bajo tengo a quien delegarle el programa. Aunque muchos digan que esto es un programa de autor, y que si no estoy al frente no es lo mismo, es cuestión de gustos. A lo mejor hay personas a quienes les gusta más Davinia como presentadora que yo. Choca que no esté yo al frente, pero también necesito vacaciones y cargar baterías. Hay Centinela para rato, pero que los oyentes sean comprensivos si alguna vez desaparezco durante un tiempo.

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