Fernando Tarrida del Mármol nació en La Habana (Cuba) en el año 1861 en el seno de una familia adinerada que había emigrado desde Cataluña. Su tío era el general Donato Mármol. Pero la familia decidió regresar a España y se afincaron en Sitges donde instalaron una fábrica de calzado. Fernando estudió en Sant Gervasi (Barcelona) y en Toulouse, en su Liceo. En 1880 entraría en la Universidad de Barcelona.
Nuestro protagonista comenzó a interesarse muy pronto por la política en el ámbito del republicanismo federal pero siendo aún muy joven se cruzó en su vida el máximo exponente del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, encuentro que le marcó porque abrazaría esta causa y rompería con su familia. Estudió ingeniería en Barcelona, aunque decidió, después de pasar una etapa de penurias en la que intentó sobrevivir dando clases particulares a universitarios, ya que su familia dejó de mandarle dinero, marchar a París a estudiar en la Escuela Politécnica.
En la capital francesa afianzó su compromiso anarquista, asistiendo a reuniones y congresos, representando a los anarquistas españoles. Fue ganando fama, conociendo a importantes figuras, como Piotr Kropotkin y Enrico Malatesta, se tituló en ingeniería industrial y adquirió el dominio de varios idiomas. Fue profesor y dirigió la Escuela Politécnica de Barcelona.
Tarrida escribió numerosos artículos de teoría anarquista en Acracia, La Revista Blanca y El Productor. Conoció a Francisco Urales y llegó a colaborar con Ferrer i Guardia en su Escuela Moderna. No sólo publicó en los periódicos anarquistas; también fue corresponsal en Londres de El Heraldo de Madrid, y publicó en prensa extranjera francesa como en L’Intransigeant y en el Daily Mail londinense, entre otros.
Uno de sus artículos es fundamental para entender su concepción del anarquismo, como una teoría sin adjetivos. Se trata de un trabajo publicado en La Révolte en el año 1889.
Tras el Proceso de Montjuïc de 1896 decidió exiliarse en Francia, Bélgica y Gran Bretaña. Interesa destacar sus críticas a la forma de actuar de las autoridades españolas que reprimieron indiscriminadamente a los anarquistas, y que recogería en su obra Los inquisidores españoles.
En Londres siguió difundiendo el anarquismo. Allí le sorprendería la muerte en 1915.