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Los «deberes» de nuestros hijos

Por Rosa Freyre Nov 8, 2016 #opinión #Rosa Freyre

Rosa FreyrePara este pasado fin de semana hemos visto como se convocaba una huelga general que no ha tenido nunca precedentes en lo que es la historia de nuestro país. Una huelga que convoca la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado ( Ceapa), que viene a animar a los niños y adolescentes a no hacer deberes durante los fines de semana de este mes de noviembre en los centros públicos, y cuya finalidad es que nuestros hijos no tengan que realizar deberes en casa, y que ese tiempo, una vez finalizada la jornada de estudio, en el centro respectivo, sea dedicado, exclusivamente, para el disfrute de padres e hijos.

Tanto los docentes como las organizaciones sindicales CC.OO. y FESP-UGT consideran que esta es una convocatoria del todo desafortunada y que viene a enfrentar a los docentes con las familias. La Ceapa es una confederación que tiene la representación de un total de 12.ooo asociaciones, a las que están unidas cerca de tres millones de familias.

Evidentemente, es del todo necesaria una reforma en profundidad de lo que es el sistema educativo español, que falla a ojos vista. Y falla no solo a nivel de niveles de primaria o secundaria, sino incluso de bachillerato. Un sistema que hace posible que los niños vayan pasando de curso en curso sin los conocimientos necesarios, lo que, en definitiva, y en pocos años, les enfrenta a una situación en un futuro cercano difícil, y al fracaso escolar. Y llegado el momento de querer acceder a unos estudios bien universitarios, bien de formación profesional, pues nos encontramos con el hecho tan cierto como que muchos de nuestros adolescentes no reúnen las capacidades suficientes.

Opiniones, dentro del ámbito de las familias, las hay para todos los gustos, pues hay quienes piensan que sus hijos deben de hacer sus deberes en el colegio y tener toda la tarde libre para dedicarla a otras actividades, extraescolares, que venimos a llamar, o sencillamente, como ocurre en muchos casos, que no se dicen, más son del todo evidentes, a dejar a los niños hacer lo que les venga en gana, para lo cual están debidamente provistos de todo tipo de tecnología, videoconsolas, móviles, tablets, etc…, Y de esta sencilla forma, los padres pues no tienen por qué atender la posible demanda de sus hijos en el sentido de ayudarles a hacer sus deberes -ojo, que no a hacérselos-, les expliquen algo que no entienden, o sencillamente, que estén al tanto de que esos deberes han sido hechos.

Evidentemente, hay todo tipo de conductas que se ven diariamente reflejadas en la calle. Muchos padres, no me cabe la menor duda, que están por la labor de que sus hijos tengan deberes para realizar en casa, pues de esta forma, hacen un seguimiento del avance del niño, en las diferentes materias, y ciertamente, no son necesarias horas y horas de deberes, en absoluto; con una hora u hora y media un niño podría perfectamente hacer un repaso de todo lo aprendido en el colegio o escuela, y reforzarlo. No obstante, hay muchas personas que mienten, y donde dicen «tiempo para estar con mis hijos», lo que vienen a decir es dejarles que como padres no tengan que dedicar «su tiempo a compartir tareas con sus pequeños».

Por parte de los docentes pues existen diferentes opiniones, aunque mayormente se manifiestan en el sentido de que el niño debe realizar una serie de deberes en su casa. Y ello a pesar de que para aquéllos les supone también un trabajo añadido, pues deben de corregir la labor realizada por el alumno, en sus horas libres.

Estamos llevando a nuestros hijos a un nivel de sobreprotección que puede valerles o serles útil en tanto no llegan a la adolescencia o juventud, facilitándoles al máximo la vida, una vida que no solo es diversión y juego -aunque el juego es una parte muy importante del desarrollo del niño-, pero también debemos ir haciéndoles conscientes de que existen «deberes» que no solo se identifican con los que imparte un profesor, sino que, en un futuro, pues devendrán la realización de un trabajo que venga a satisfacer sus necesidades vitales, una profesión para la que deben de estar preparados, porque ese futuro que les espera, tendrá un denominador común: la competición. Y en una competición ganan los mejores y más preparados.

Hagamos de nuestros hijos personas responsables, la responsabilidad siempre está ahí, evidentemente, dependiendo del tiempo que estamos viviendo: la niñez, la juventud, la madurez, la vejez… Todos tenemos nuestras responsabilidades en un mundo en el que, si dejamos que en el punto de inicio (la niñez) el concepto de  responsabilidad pierda su verdadero sentido, en las distintas etapas de la vida estaremos abocados a equivocarnos o a adoptar actitudes que no conduzcan a resultados positivos para la persona.

Y esa responsabilidad, que en un niño viene a significar cumplir con su deber de realizar una serie de tareas en casa, consistentes en reforzar lo aprendido en la escuela, se irá traduciendo, en el tiempo, en el afianzamiento de lo que significa la palabra «deber». Una palabra que tiene muchas connotaciones y a la que tenemos que recurrir a lo largo de nuestras vidas, en aspectos tanto personales, como profesionales o sociales, y por supuesto, humanitarios, de ayudar a quien lo necesita.

Será incluso, llegado el caso que cuidar de nuestros padres, cuando los hijos ya son adultos, y los padres ancianos y no pueden valerse por sí mismos,  un «deber», con independencia de que lo llevemos a cabo con todo cariño.

Por tanto, debemos ser conscientes del alcance de lo que estamos inculcando en nuestros hijos, en lo que se refiere a la  responsabilidad que en cada etapa de su vida tendrán que afrontar.

 

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