Este viernes 22 de diciembre, a las 21.00 horas, la Sala Central Lechera acogerá ‘The Magi Are Coming’, de Wise Guys Octet.
La idea de arreglar y escribir para octeto de jazz un repertorio de villancicos partió de una petición de Carlos Villoslada a Miguel López para “Musicario’s Octeto”, una formación creada para la presentación de un programa de jazz apoyado por la asociación musical gaditana Musicario.
Próxima a las fiestas de Navidad, la fecha del concierto sirvió de excusa para presentar canciones de la época, a la manera en que el jazz tradicionalmente tomaba las canciones populares del momento, y que formaban lo que conocemos como standards.
En el empeño habitual que los jazzistas de cualquier época han practicado de arreglar y modificar estas canciones, Miguel López inició la escritura revisada, en ocasiones con variaciones superficiales al estilo, en otras recomponiendo el material.
Así nació el proyecto que concluye con la grabación de un disco.
Villancicos, nuestros standards
Los villancicos son un tipo de canción popular que en los siglos XIV-XV ascendió de la villa a la corte. Así, en dicha época se hacía música “culta” que provenía de cantos populares. Con el tiempo y con el empeño de la iglesia católica de acaparar la producción artística y cultural, sucedió que las letras profanas y banales (muchas de corte picaresco o burlón) se sustituyeron por otras no menos banales pero de temática religiosa (lo que se llama “contrafact” o “parodia”), debido al éxito y arraigo de algunas melodías. El trabajo con estos villancicos, por un lado, ha sido devolver lo profano, y reinventar algunas de las historias que cuentan y por otro el de usar melodías que igualmente forman parte de nuestra cultura musical (tanto del intérprete como del público).
Esta manera de tratar el repertorio es habitual en el jazz, como se menciona arriba, y supone un acercamiento a todo tipo de público, incluso a aquel que desconoce el estilo. Es de hecho muy común que jazzistas de cualquier parte del planeta acaben tarde o temprano dedicando a sus culturas de origen parte o toda su producción musical, lo que multiplica los nacientes subestilos del jazz, enriquece dichas culturas y difunde la manera propia de creación.
Por tanto podemos decir que el “Wise Guys Octet” es hoy el único octeto de jazz del mundo que hace un repertorio de villancicos populares andaluces y castellanos.
El repertorio
Constituido por nueve piezas para la misma formación, el repertorio supone un viaje de estilos, de técnicas de arreglos y composición, y de intervención solista muy variado. El ambiente de cada tema propone en ocasiones una historia asociada al título y, en este sentido, el significado de algunos temas de este trabajo está lejos de ser el original, bien porque resta su carácter festivo-religioso, bien porque abandona la sencillez de lo popular en una pretendida sofisticación de las armonías y los ritmos aplicados.
Así por ejemplo, el original “Mira como beben”retrata una virgen de cabellos de oro que peina con plata fina, que lejos de ser la inmaculada figura del catecismo es un momento de sensualidad inusual en el belén. Añadido a esta imagen, los bebedores de la historia (los peces del río), sugirieron al arreglista otro espectador bebiente de la escena: el borracho de bar…“Look how they drink!” es por tanto de estilo hot con ese propósito de la posible escena de bar a la que llega una joven pareja sin saber dónde meterse esa noche con una criatura a cuestas, a la que los borrachos miran sin gran padecimiento y como acostumbran (como peces en un río).
El tema de “Hacia Belén va la ayuda humanitaria”, es otra metáfora al descubierto: la burra cargada de chocolate de la historia original es en esta versión la furgoneta con productos básicos (y algún discreto capricho), y José “arriando” a María para no quedarse sin chocolate es justo el perfil de la gente humilde y sin recursos que se agolpa en los almacenes de estos productos para tener algo que llevar a la boca a los suyos, los novatos con vergüenza, pero los desgraciadamente expertos en la caridad con cierta “alegría”. El arreglo es un homenaje a esos que se agolpan a la llegada de la “burra”, de ahí que se haya bajado el tempo del arreglo y se haya optado por una armonía algo más “oscura”.
“Noche de paz”, un título obligado y el único “extranjero”, está pensado con un sonido similar al de la grabación de Thad Jones de “A Child Is Born”, que compuso como una muestra de admiración al momento del nacimiento. Así que fliscorno y sección rítmica dominan lo que en ambos casos es una nana, (tanto la de Jones como la de Grüber y Mohr).
“Gee Up, Little Donky!” es el villancico que entre “arres”, “fiesta” mañana y el otro también, más sugería hacer algo guasón y divertido que mostrara eso mismo: el jolgorio de la fiesta navideña. Conserva lo “eclesiástico” con algún momento gospel usando los vientos a capella, pero el resto es una timba clásica.
“Magi” es como el mundo anglosajón conoce a los Reyes Magos, o Reyes Sabios como parece que una traducción más fidedigna revela.“The Magi are Coming”: que vinieran los sabios parecía el momento perfecto para un blues, que es el estilo al que acuden los jazzistas en busca de sabiduría e iluminación. También se buscaba el punto de magia de un arreglo à la Basie, la sencillez, la eficacia y la economía de notas. Es un homenaje a uno de los más admirados sabios del jazz: Basie, el “Baltasar”, el rey negro de este cuento.
“Pastores Venid” es un villancico bellamente compuesto cuyas letras habituales no le hacen justicia. Con la revisión jazzística que aquí se presenta la intención es revelar esa belleza melódica y restaurar algo de profundidad en la interpretación, rebajando de nuevo el tempo y rearmonizando con sutileza algunos de sus giros. De la misma manera “Campana sobre campana” se idea como variación elaborada de la versión original. Ambas canciones son por tanto fácilmente reconocibles aun como villancicos, pero se presentan como temas de jazz para aquellos que no conocen la fuente.
“O Menino do Tambor” cuenta una historia más larga. La idea “tamboril”, percusiva, que ofrece la imagen del tamborilero nos llevó a asociar la “zambumba” brasileña, muy parecida al tambor de las romerías andaluzas. No parece además casual que dicho instrumento se llama casi como nuestro instrumento navideño por excelencia: la zambomba. Es por eso que el estilo escogido fuera el brasileño baião. En un empeño por apartarse del original se optó por una recomposición, llevando la armonía a la cadencia andaluza. La historia resultante puede ser la de un joven de Salvador da Bahia (que cuenta con un 58% de población católica) embarcado en un viaje a oriente medio con su zambumba a conocer Belén, que una vez en Europa termina subido a una caravana de gitanos nómadas, que van en la misma dirección, y con los que comparte música en una búsqueda de experiencias vitales. De ahí lo transformante del arreglo, cuando llegado un punto suena más a Brasil que a Andalucía.
“The Wise Guys”, también re-compuesto, vuelve a la figura de los sabios, esta vez, ya no magos. Aquí hay invertida intelectualidad, conocimiento y se ha querido que sea una recomposición para apartar la letra original (no sabemos si es la única) que es bastante surrealista. “Wise man” es además una expresión coloquial, de mafiosos, algo irreverente, casi como “el tío que sabe”, y que aquí se usa en la forma “wise guys”, para retratar a los sabios que vienen de la disidencia, un poco gamberros (como lo fueron no pocos jazzistas) quizá involuntarios.
El precio de las localidades es de 10 euros, 15 euros con CD, y pueden adquirirse en la taquilla del Gran Teatro Falla de martes a viernes de 11 h a 14 h y de 18 h a 21 h, en la taquilla de la Sala Central Lechera desde una hora antes del espectáculo, en el teléfono 902 750 754 (de lunes a domingo de 10 h a 22 h) y en Tickentradas.