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Lun. Abr 22nd, 2024

Las cárceles en el siglo XIX

La Revolución Liberal-burguesa afectó a todos los aspectos de la organización política, administrativa, y legal. Las cárceles no podían dejar de ser motivo de atención para terminar con los sistemas establecidos en el Antiguo Régimen. Los nuevos Estados liberales emprendieron una profunda reforma legal en relación con el delito, su persecución y castigo, plasmada en los códigos penales. El castigo al delincuente se centró, fundamentalmente, en la privación del derecho de libertad, uno de los derechos fundamentales. Esa pena de privación debía ser cumplida en establecimientos penales –prisiones o cárceles- donde debía aplicarse un régimen disciplinario con el fin de corregir al delincuente para que volviera a la sociedad y respetase el orden social establecido.

Durante el siglo XIX se establecieron en los países occidentales diversas reformas penitenciarias. Además, en el siglo de los reformadores sociales se experimentó con la necesidad de crear establecimientos que pudieran terminar con la criminalidad. En Estados Unidos se dieron muchas de estas reformas. Los cuáqueros establecieron un modelo en Filadelfia, basado en el encierro solitario, en celdas separadas, durante todo el día y la noche. Se basaban en el ejemplo de la vida conventual, pensando que ese encierro, el delincuente se arrepentiría y, cuando se le pusiera en libertad, se convertiría en un honrado trabajador. Otro modelo fue el de Auburn, una modalidad del sistema de Filadelfia, y que se puso en práctica en aquella localidad. El preso permanecería en la celda durante la noche, ya que, durante el día se debía ocupar en diversos trabajos colectivos pero en silencio. En Europa se ensayó el sistema progresivo. Consistía en disminuir la intensidad de la pena a medida que el preso diera muestras de arrepentimiento.

En el siglo XIX se aplicó el panóptico de Bentham a las cárceles. El panóptico sería un edificio construido de tal modo que todo su interior pudiera ser visto desde un solo punto. En España, hubo que esperar a bien entrada la Restauración para que se levantara una red de cárceles modelo, construidas de forma radial y con un punto central de vigilancia. En estas cárceles, además, se construyeron celdas de aislamiento y compartidas, siendo las segundas destinadas a los presos preventivos y a los condenados a penas de corta duración.

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