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Nantes 2016, la ciudad que Julio Verne habría soñado

Poco podía imaginar Julio Verne, que nació en Nantes junto a la desembocadura del Loira en 1828, que la ciudad en la que vivió sus primeros años y en la que empezó a imaginar aventuras, haría realidad casi dos siglos después algunos de sus sueños, probablemente compartidos con otro visionario, Leonardo da Vinci, casi cuatrocientos años antes. Elefantes articulados de 12 metros de alto y 50 toneladas, garzas de 8 metros de altura, arañas gigantes que transportan pasajeros en su lomo, gigantescas culebras que retozan en las aguas del estuario, un carrusel de tres pisos de 25 metros de altura y 22 de diámetro en el que el visitante se introduce en el interior de monstruos y juega entre fondos marinos, abismos y la superficie del océano…

El penúltimo proyecto, que ni Verne ni da Vinci, ni siquiera imaginaron y que no estará listo hasta 2019, será un gran árbol de acero recubierto de plantas originales y exóticas, con 22 ramas de más de 20 metros de largo cada una. Tendrá más de 50 metros de diámetro y 35 metros de altura y estará coronado por dos gigantescas garzas y habitado por hormigas gigantes, orugas e insectos.

Verne, que nunca viajó al centro de la Tierra, ni llegó hasta la Luna, ni navegó 20.000 leguas en un submarino y ni siquiera dio la vuelta al mundo en 80 días (por cierto, al releer esta espléndida novela que forma parte de la serie de 60 relatos “Viajes extraordinarios”, nunca aparece el globo aerostático que popularizaron Phileas Fogg y Picaporte –o sea David Niven y Cantinflas– en la película de Michael Anderson de la que se cumplen ahora 60 años) fue, en contra de los que muchos opinan, un gran viajero, que llegó a tener tres yates con los que visitó una docena de países, entre ellos España, donde estuvo en Vigo (que sale retratada en 20.000 leguas…) Cádiz y Málaga. Se dice que su primer intento de navegación fue a los 11 años cuando se coló de grumete en el Coralie un mercante que iba a viajar a la India, aunque su padre lo rescató a tiempo. La casa en la que vivía entonces la familia, en un promontorio sobre el Loira, acoge ahora un modesto y poco explotado museo dedicado al que, además de escritor, fue poeta, dramaturgo, abogado y científico. Verne es el autor más traducido del mundo, solo superado por Agatha Christie

La única obra que no publicó en vida (se editó en 1994) fue una triste novela llamada “París en el siglo XX” acerca de un joven que vive en un mundo de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles de gas, calculadoras y una red mundial de comunicaciones, pero que no puede alcanzar la felicidad y se dirige a un trágico fin. ¿A que te suena todo esto?

Le voyage à Nantes en 10 etapas

Bajo este sugerente nombre se ha creado una marca y un programa de actividades que define todo lo nuevo que la ciudad ofrece. En tres décadas, Nantes se ha convertido en una de las ciudades más dinámicas e innovadoras de Francia. Antiguas fábricas y viejos almacenes se han transformado en sedes culturales. Las calles se convierten en telón de fondo de espectáculos callejeros. Los muelles se animan a finales de verano con el jazz y el ocio. El centro de Congresos abre sus puertas a 154.000 espectadores durante La Folle Journée con 350 conciertos de música clásica en pequeño formato, a precios populares y de alto nivel. Cada verano, el Voyage à Nantes despliega toda su capacidad cultural e inunda la ciudad con actividades que atraen a más de 540.000 visitantes.

Para que nadie se pierda en la visita de la ciudad, se ha dibujado sobre aceras y adoquines una serpenteante línea verde que hace el recorrido por todo lo esencial que hay que ver en la ciudad. En total son 15 kilómetros de sorpresas. No hay una ruta predeterminada, pero a lo largo de ella se pasa revista a la rica historia marítima y fluvial de Nantes, con los palacetes de los armadores del siglo XVIII y su puerto, la impresionante catedral y del castillo de los Duques de Bretaña, también se puede pasear por los barrios medievales de la Judería y de Bouffay. Y siempre sorprendiéndose por las numerosas obras de arte que salen al paso en toda la ciudad.

Foto: J.D Billaud
Foto: J.D Billaud

01.- El castillo de los duques de Bretaña. Esta antigua fortaleza, el último castillo del Loira antes de su desembocadura en el Atlántico, es el punto central de la ciudad, data del siglo XIII, fue construido por Francisco II y concluido por su hija Ana de Bretaña y acoge el Museo de Historia de Nantes que ofrece un viaje a través de cinco siglos de historia en una moderna presentación con dispositivos multimedia y muestra también la singular arquitectura del edificio. Interesantes las salas del museo dedicadas al comercio de esclavos en Nantes desde las que se pueda iniciar el recorrido al Memorial de la Abolición de la Esclavitud. Alrededor de este palacio renacentista, antaño flanqueado por el Loira, se levantó una muralla de medio kilómetro de perímetro, con un foso y tres puertas, pero con siete intimidantes torreones de defensa. Vale la pena dar un paseo por el camino de ronda, con los fosos ajardinados y la iluminación nocturna.

02.- El espejo de agua. Es una de las atracciones más recientes, inaugurada en septiembre de 2015. Se trata de un espejo de agua, en línea con el célebre de Burdeos, en el que se refleja el elegante castillo de los duques de Bretaña. 1300 m2 de pavimento de granito negro y gris cubierto de una película de 2 cm. de agua que ofrece un espectáculo cambiante según el momento del día. Chorros, niebla o alfombra de agua animan este espacio lúdico y refrescante rodeado de un centenar de árboles en el que los niños se divierten y los adultos disfrutan de un espectáculo relajante y poético. Al anochecer, la magia continúa con 32 chorros que se iluminan, durante 10 minutos, cada hora.

Foto: J.D Billaud
Foto: J.D Billaud

03.- El barrio de Bouffay. El antiguo barrio medieval, cerca del castillo de los duques de Bretaña y de la elegante catedral, reúne un conjunto de fachadas con paredes de entramados del siglo XV y casas de piedra del siglo XVIII que dan a estrechas callejuelas que evocan los antiguos gremios, como la rue des Echevins (regidores), de la Boucherie (carniceros), des Petites Ecuries (cuadras) o la place du Change (del cambio). Este animado barrio está repleto de acogedoras terrazas y restaurantes con cocinas de todo el mundo para reponer fuerzas.

Foto: Enrique Sancho
Foto: Enrique Sancho

04.- La Catedral de San Pedro y San Pablo. Junto al castillo, la Catedral es el otro monumento fundamental de la ciudad, también en el barrio de Bouffay. Erigida entre 1434 y 1891, su fachada gótica de dos torres, sus bóvedas (más altas que las de Notre Dame de París, con 37,50 metros), así como la tumba de Francisco II y de Margarita de Foix (obra maestra renacentista) merecen atención. Es considerada como Monumento histórico de Francia. Elegancia y esplendor son calificativos apropiados para describir la catedral. El viajero puede tratar de dilucidar qué partes corresponden al edificio original gótico flamígero del siglo XV y cuáles a la reconstrucción posterior a 1972, cuando un incendio consumió buena parte del templo.

Foto: Enrique Sancho
Foto: Enrique Sancho

05.- El centro de la ciudad. Varios monumentos de muy distinto tipo marcan el que es considerado el centro vital de la ciudad, junto a la zona más monumental. Es el barrio Graslin en el que destacan la Ópera Graslin, con las estatuas de Molière, Racine y ocho musas coronando las columnas corintias. La Cigale, un precioso bar restaurante y uno de los más antiguos (1895) de estilo modernista de Francia, fue el cuartel general de los surrealistas y su decoración de cerámica, espejos y esculturas le ha valido la declaración de monumento protegido. La comida no es nada del otro mundo pero solo por su decoración y ambiente merece una visita. Pero tal vez el elemento más singular es el Pasaje Pommeraye. Es un verdadero placer subir los peldaños y entrar en esta galería comercial del siglo XIX. Son muy pocas las ciudades europeas que pueden jactarse de contar con un pasaje cubierto de tanto valor arquitectónico. Está distribuido en tres niveles y su estilo oscila entre el neoclasicismo y el eclecticismo, y ha inspirado a numerosos artistas. Su monumental escalinata recargada de ornamentos, iluminada por una cristalera, conduce a las galerías que abren a la planta principal y están barrocamente decoradas y llenas de interesantes tiendas.

06.- La Torre Bretaña. El edificio no dice gran cosa pero sus características impresionan. Con un peso total de 80.000 toneladas y 144 metros de altura, esta torre de los años setenta es un faro en el paisaje nantés. Desde su terraza en la última planta, reabierta en el verano de 2012, se puede observar Nantes y sus alrededores gracias a unas vistas panorámicas sorprendentes. Los días con buena visibilidad incluso se puede ver el puente de Saint-Nazaire.

Foto: J.D Billaud
Foto: J.D Billaud

07.- El Lieu Unique. En el año 2000, la antigua fábrica de galletas LU (Lefèvre-Utile) junto al canal de Saint-Félix, se convirtió en un burbujeante centro cultural atípico: el Lieu Unique (LU). Siempre a la vanguardia en todas las disciplinas (música, danza, teatro y artes plásticas), el Lieu Unique también dispone de una librería, un bar, un restaurante y, sorprendentemente, un hammam de la época en que era fábrica de galletas. No muy lejos está el Jardín de las Plantas, parque de estilo inglés, repleto de tesoros botánicos. Su importancia reside en las plantas exóticas que traían los capitanes nanteses para responder a las exigencias de Luis XV. Aunque posee 800 m2 de invernaderos y parterres con más de 70.000 flores en cada estación del año, es famoso por su colección única de camelias y magnolias.

Foto: J.D Billaud
Foto: J.D Billaud

08.- Memorial de la abolición de la esclavitud. Situado en el muelle donde zarpaban los barcos negreros (quai de la Fosse) se alza el Memorial de la Abolición de la Esclavitud para señalar el nexo de la ciudad con su pasado. Junto a la pasarela Victor Schoelcher, líder antiesclavista de mediados del siglo XIX, este monumento es un gesto artístico y un homenaje a todos los que lucharon, luchan y lucharán contra cualquier forma de esclavitud en el mundo. Un itinerario urbano de 1,5 km une el Memorial con el Castillo de los duques de Bretaña y sus salas dedicadas al comercio de esclavos. A través de la ciudad, 11 paneles informativos indican los lugares y monumentos relacionados con la trata de negros.

Foto: J.D Billaud
Foto: J.D Billaud

09.- Las máquinas de la Isla. «Les Machines de l’Île» es un proyecto turístico y artístico muy original. Las Máquinas y sus estructuras mecánicas gigantes en movimiento se integran en el tejido urbano. Este animalario, nacido de la imaginación de F. Delarozière y P. Ore?ce, se alimenta de los mundos imaginarios de Julio Verne, del universo mecánico de Leonardo da Vinci y de la historia industrial de Nantes. Este bestiario fantástico vive en los antiguos astilleros navales, al oeste de la Isla de Nantes y ocupa tres grandes naves de los antiguos talleres de fundición. Desde 2007 es imposible no ver al Gran Elefante paseando por los muelles del Loira. Este animal brama, lanza agua por la trompa… y parece auténticamente real. Lo más sorprendente es que en sus desplazamientos transporta a 50 personas en el vientre y a su lomo en un paseo espectacular de 30 minutos. En julio de 2012 se añadió un nuevo episodio al proyecto de las Máquinas de la Isla: El Carrusel de los Mundos Marinos, un carrusel gigante de 25 m de altura y 22 m de diámetro, poblado de criaturas submarinas. Está formado por 35 elementos móviles en tres tiovivos. Parte de los visitantes son espectadores de una coreografía de animales acuáticos y criaturas marinas (el calamar retropropulsado, los peces voladores, el barco de la tormenta, etc.) y otros se embarcan a bordo y guían sus movimientos. El 8 de febrero de 2016, coincidiendo con la inauguración anual de Les Machines de l’Île, una araña gigante se ha hecho un lugar en la Galería, en la que se ha transformado la escenografía.

Foto: Gino Maccarinelli
Foto: Gino Maccarinelli

10.- Y cerca, mucho más. En un corto paseo en barco se encuentra Trentemoult, antiguo pueblo de pescadores que ofrece una de las más hermosas vistas de Nantes y unos magníficos atardeceres sobre el estuario. Es un buen lugar para saborear la gastronomía típica: productos del mar (ostras, vieiras, bogavantes…), de río (anguilas, luciopercas…), verduras (puerros, canónigos…), carnes (aves de Ancenis, ternera nantesa…), quesos (de la Pannetière, de Beillevaire…), todo ello acompañado del vino típico de la región, el Muscadet, un vino blanco, ligero y afrutado que se bebe joven. Desde Nantes a Saint-Nazaire, Estuaire forma un recorrido de 60 kilómetros alrededor y sobre el Loira y reúne obras de grandes dimensiones, esculturas y arquitecturas sorprendentes firmadas de artistas de renombre internacional… Estuaire está formada por instalaciones accesibles por vía fluvial o terrestre y muestra un Loira pre-oceánico desconocido jalonado de hábitats naturales, marismas, zonas pesqueras y paisajes industriales. En total, Estuaire suma 30 obras permanentes que pueden visitarse durante todo el año.

Cómo ir:

Sin duda la mejor combinación para viajar a Nantes, según el buscador www.jetcost.es son los vuelos de la compañía Air Nostrum, filial de Iberia que tiene vuelos directos a Nantes desde Madrid a partir de 151 euros. Desde Barcelona Jetcost también ha encontrado vuelos de otra filial de Iberia, la compañía Vueling por el mismo precio.

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