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Análisis postelectoral

Por Juan Guerrero Jul 19, 2016

Juan GuerreroHan pasado las segundas elecciones y todo sigue más o menos igual. El día histórico que se iba a estudiar en los libros de historia posiblemente será un hito a considerar en el futuro, aunque mucho me temo que no en el sentido a que se refería la autora de la frase. Y tampoco creo que en un futuro más o menos cercano, le pregunten a nadie donde estaba el 26 J, como alguien publicó en un digital.
Repito que, en mi opinión, todo está más o menos igual que en diciembre. Hay no obstante algunos detalles que conviene reflejar sobre todo para no engañarme a mí mismo.  El PSOE ha perdido las elecciones, y no se puede decir, como hizo Felipe González en su día, que haya sido una dulce derrota. No. Ha sido una derrota amarga, los peores resultados de la historia del Partido Socialista. Sólo se ha ganado en tres provincias, andaluzas por más señas. Y se ha perdido hasta en Andalucía, lo que hace más dolorosa la derrota.  Se pueden hacer cientos de análisis distintos sobre cuáles han sido las causas de ese resultado electoral, pero la realidad es que el Partido Socialista ha perdido las elecciones. Los electores han preferido otras opciones políticas.
Como el papel lo aguanta todo, y las personas necesitan consolarse después del duelo, se han buscado diversas excusas para suavizar, incluso endulzar, la derrota. La más utilizada es recordar que la coalición UP no ha sacado ni más votos ni más diputados. ¡¡¡Pues valiente logro!!! El partido con más historia del país, el que durante más tiempo ha gobernado en democracia no se ha hundido. ¡¡¡Victoria!!!  De eso nada. Es más, a todos los dirigentes que habían creído que el Partido Socialista podría quedar el tercero en votos o diputados, había que despojarlo de esa dirigencia y que pasara a engrosar la masa de los militantes de base. El Partido Socialista solo tiene dos opciones, ganar o ser el primer partido de la oposición. El solo hecho de pensar en otra posibilidad es una derrota.
Otro aspecto del resultado electoral que me gustaría resaltar es el “fracaso” de la coalición antes indicada de UP, y que formaban Izquierda Unida, Podemos y unos cuantos partidos con distinta implantación, en alguna Comunidad Autónoma en unos casos, y en todo el territorio nacional en otros. He puesto fracaso entre comillas porque la realidad es que el resultado obtenido no se podría considerar fracaso en condiciones normales. Pero como habían anunciado algo totalmente distinto, ellos mismos lo consideran fracaso. Ahora dicen que no, que no fue un fracaso sino un éxito, pero la carita que tenían la noche electoral lo decía todo.La cara de los jefes y la de algunos opinadores que llevaban meses traduciendo sus deseos en cifras de encuestas que reflejaban ese “avance histórico” de la coalición, que tendría como consecuencia más inmediata que el PSOE pasara a tercera posición, y se produjera lo que definen con una palabra italiana de diverso significado y que les encanta pronunciar, sorpasso. Pues fue que no. ¿Qué va a pasar en el futuro con dos partidos que si bien están en extremos opuestos en el espectro político, distintas circunstancias han colocado en situaciones más o menos similares? Una situación, que me atrevo a definir, como al borde de algo, no sé bien al borde de qué, pero ahí están, en el borde. En primer lugar veamos el caso de Izquierda Unida. ¿Será absorbida por Podemos? ¿Seguirá como organización independiente pero en la irrelevancia política? ¿Despegará y volverá a momentos de gloria? A medio plazo tendremos la respuesta. Ojalá se cumpla esa tercera posibilidad, porque una organización como la que representa IU hace mucha falta.
En cuanto a Ciudadanos, pienso que va a ser muy interesante ver cómo evoluciona, ya que también está al borde o comienzo de algo. Lo mismo se puede convertir en ese partido liberal que decide gobiernos, similar a los que existen o han existido en otros países europeos, que puede seguir los pasos de UPyD. Lo cierto es que en diciembre tuvo un buen resultado, aunque menor de lo que esperaban, y que las últimas elecciones lo han dejado bastante tocado, pero también es cierto, que todavía pueden jugar un papel interesante en la vida política nacional.
El Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones. Sólo se me ocurre decir increíble pero cierto. ¿Que hará su gran líder? Ese que iba a acabar con el paro y la corrupción. El que no iba a tocar el IVA. El que se preocupaba por los pensionistas. No se sabe. Puede que intente formar gobierno si previamente todos los demás partidos le juran con sangre que le van a apoyar, pero también puede que nuevamente pase. No lo veo, como a Pedro Sánchez en diciembre, mendigando votos. Su orgullo no se lo permite, y además está convencido de que a la tercera va la vencida y, o bien saca mayoría absoluta o la puede obtener en coalición con Ciudadanos.
Y por último los grandes perdedores, las empresas de encuestas y los opinadores, gurús de la política que no han dado ni una, y van no sé cuantas en las que no aciertan ni el nombre de los candidatos. Como dije al principio, con pequeñas variaciones todo sigue igual.
¿Será capaz Rajoy de formar gobierno? No lo tiene demasiado complicado. El apoyo de partidos más o menos afines, Ciudadanos, Coalición Canaria, PNV lo pueden dejar muy cerca de la mayoría suficiente para conseguir la investidura. Solo le faltarían, en la segunda sesión, unas pocas abstenciones, que las tiene que conseguir del Partido Socialista.
Lo que complica esa posibilidad, es que para eso necesita negociar, algo a lo que ni Rajoy ni el Partido Popular están muy acostumbrados. ¿Que haría el PSOE si se diera esa situación? Doctores tiene la iglesia. Los responsables regionales no paran de decir que el pueblo con sus votos lo ha mandado a la oposición. Y es cierto, sólo deben recordar que no puede haber oposición si no hay gobierno.
Que Pedro Sánchez intente formar gobierno ni se me pasa por la imaginación. En caso de que el PSOE se decida por facilitar la investidura, la posibilidad de luego dejarles a su suerte como se ha hecho en Cádiz, no me parece de recibo.
Hacer posible el gobierno solo sería entendible si es fruto de la negociación. Que el pueblo español no obtenga ninguna rentabilidad de esas abstenciones no lo veo ni medianamente razonable. Hay que negociar antes, y exigir que se cumpla lo pactado. Negociar durante la legislatura, e impedir lo que hasta ahora ha hecho el Partido Popular utilizando su mayoría absoluta, quitar derechos y libertades a los españoles. Y si la otra parte no quisiera negociar habría que instalarse, si fuera necesario, en la puerta del despacho de quien corresponda con una tienda de campaña, pero hay que negociar, negociar y negociar. Y eso no significa gobierno de coalición, significa condicionar la acción política del gobierno.  También cabe la posibilidad de que se celebren unas terceras elecciones. Ellos verán.

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