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La medida de la estupidez

Por Rosa Freyre Jul 26, 2016 #opinión #Rosa Freyre

Rosa FreyreEstamos viviendo tiempos difíciles, estados en los que la violencia marca el día a día, situaciones que nos parten el corazón, atentados contra todo tipo de personas que nos hacen conocer el horror mas absoluto.

Un día el terror arrasa Bruselas, otro, Munich, al siguiente, Kabul, y así sucesivamente. Las personas manifestamos nuestro dolor, a través de las redes sociales, mediante todo tipo de mensajes y símbolos, nos sumamos a ese dolor colectivo…pero la vida, sigue.

Los actos que rinden tributo a las víctimas del terrorismo se multiplican en las diferentes ciudades europeas objeto de masacres, aunque también en el resto del mundo. No olvidemos las últimas vividas en EE.UU., la violencia racista como protagonista, pero la vida, sigue.

La vida sigue y debería seguir de una forma en la que todos los ciudadanos de los distintos países fueran conscientes del peligro en el que viven inmersos, más para evitar que las personas adquieran la conciencia colectiva de que es necesario acabar con ese terror, se inventan las más variadas fórmulas.¿Y nadie se pregunta quién o quiénes están detrás de estos «inventos»?

Desde hace escasos días una «app» desarrollada por Niantic Labs y distribuida por Nintendo está causando auténtico furor entre la población. Ya se habla de este juego para móviles como el más popular de todos los tiempos y está más que claro de que se trata de todo un «boom» al  que cientos de personas se enganchan de forma compulsiva: evidentemente, se trata de Pokémon Go.

Mediante esta aplicación  una persona puede convertirse en «entrenador» virtual de las más variadas criaturas, por llamarlas de alguna manera. En pocos días, miles y miles de personas se dedican a «cazar» esa especie de «bichitos» que van buscando por la calle, a medida que andan, sin percatarse apenas de por donde pasan, o a donde se dirigen; se sienten colmados de euforia cada vez que consiguen capturar uno de ellos. La recompensa rápida, eso es lo que el ser humano actual quiere, y la forma más sencilla de conseguirla la tienen en su mano, en un móvil. Evidentemente ello me lleva a una sencilla conclusión, quiénes están detrás de este sistema, tienen la posibilidad de acceder a los detalles básicos de nuestra cuenta de Google, más el hecho cierto es que por la mecánica del juego siempre está activada la geolocalización, de tal forma que la compañía responsable de Pokémon Go sabe en todo momento dónde te encuentras. La privacidad no existe en nuestro mundo real, por la sencilla razón de que se la hemos regalado al mundo virtual.

No obstante, el peor de los riesgos de este singular juego es el hecho de que se han dado casos de que cantidades de personas se han arrojado, en determinados momentos, sobre un mismo pokémon, produciéndose escenas de auténtico caos, incluso de violencia por hacerse con el objeto de la caza.

Hace apenas unas décadas para conocer del coeficiente intelectual de una persona se recurría a tests de inteligencia, en los que se podían apreciar no solo las cualidades o potenciales de una persona, sino también sus gustos y aficiones. Mas ello quedaba en una esfera prácticamente privada.

Hoy en día no hace falta recurrir a ningún test de inteligencia, ni de madurez, basta con sacar al mercado de las nuevas tecnologías los mas absurdos juegos para conocer de la ingente cantidad de personas que se lanzan a participar de todo aquello que sea novedad, fundamentalmente, en el mundo virtual.

Sin lugar a dudas, este método  es una mas que eficiente fórmula de conocer no solo a la persona y sus posibilidades intelectuales, sino de introducirse en su vida, en sus emociones, en todo aquello que marca su día a día, y se convierte en una forma de control masivo.

Y tanto como hoy en día nos lanzamos a la calle, en alguna que otra ocasión, reivindicando derechos fundamentales como son la privacidad, no nos damos cuenta, o sencillamente, nos da exactamente igual, que nuestra vida entera pueda estar a disposición de aquéllos que nos ofrecen esa inocua diversión. Porque, amigos míos, hasta para saber divertirse, hace falta un poco de inteligencia.

¿Hacia donde camina la Humanidad? Tal vez una que sea la de «Inteligencia Zero», y con ella empezará otra raza de seres humanos, que lo mismo no tienen esa condición de humanos, pese a tener la apariencia. Serán simples o complejas máquinas, pero nadie nos va a salvar de ser eso, máquinas, en las que nuestras emociones hayan sido sustituidas por sencillos placeres momentáneos, y nuestras aspiraciones hayan dado paso a meras quimeras en un mundo que, sin lugar a dudas, llegará a ser apocalíptico.

Y se empieza por cazar «Pokémons», por dedicar nuestro tiempo a causas absurdas, que no son reales, para terminar por hacernos creer que todo es una ardua mentira, y que es  un invento de nuestra imaginación, y que la realidad es necesario obviarla en función de un mundo virtual que nos ofrece la mejor de las recompensas, aunque sea un absurdo «bichito».

Sinceramente, me aterra la posibilidad de que se esté generando una fórmula para calibrar la estupidez humana, y la mejor forma de controlarla.

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